21 julio de 2010: primer contacto visual. Sesión informativa en mi universidad sobre nuestra carrera. Lo veo aparecer entre toda la gente que me acompañará los siguientes años en la universidad. Pasa desapercivido, menos para mi. No sé qué tiene, pero sin duda me ha llamado la atención.
Ese mismo día lo encuentro en Facebook, en un grupo sobre Selectividad. No dudo ni un segundo. Lo agrego y le envio un mensaje. Me contesta. Nos conocemos. Nos ayudamos, aclaramos dudas sobre la matrícula.
Mi mente comienza a obsesionarse con él. No es amor, es obsesión. Miro sus fotos, su muro, todo.
Pasa el verano y casi no tengo noticias suyas, pero aún me mantengo con mi obsesión en pie de guerra.
14 de septiembre de 2010: Primer día en la universidad. Todo transcurre como es normal. Nervios de universitario en su primer día de universidad, primeros contactos con gente nueva, confusión de aulas, ilusión, pánico, etc. Miedo, temor a verle en persona y no saber cómo actuar, qué decir, etc. Pero no aparece ese día. Confusión en el día de inicio de las clases.
15 de septiembre de 2010: Hoy sí, hoy aparece. Clase de "Iniciación al francés". Me siento al final del todo nervioso. Llega él. No me ve, y se sienta en las primeras filas.
Acaba la clase. Era el momento de cruzarnos. Voy hacia donde él está y consigo balbucear alguna palabra para saludarle. Me saluda. Ahora lo tengo sólo a medio metro de mi. Mi obsesión, vestida con shorts color rojo desteñidos, camisa de franela blanca y menorquinas blancas, está a tan solo medio metro de mi por primera vez.
Hablamos mientras nos dirigimos al edificio nuevo de nuestra facultad a coger los ascensores. ¡Más de cinco minutos hablando con ÉL! Mi obsesión avanza. Parece que evoluciona a un pre-enamoramiento.
17 de septiembre de 2010: Estoy en la clase de francés, sentado en la última fila como siempre. Llega él, y me ve. No lo duda un segundo; se dirige hacia mi. Mi pre-enamoramiento viene a sentarse conmigo. Dentro de mi hay todo un despliegue de fuegos artificiales. Mi corazón va más y más deprisa.
Va pasando el tiempo, y siempre junto a él en todas nuetras clases de francés. El pre-enamoramiento avanza. Los días en que él no está nada tiene sentido. Depresión total. Día gris, sin ilusión. Busco consuelo en el sms que me envía explicándome por qué no ha podido venir. Al menos se acuerda de mí.
No hay marcha atrás. Estoy oficialmente enamorado. Los días junto a él son la gloria eterna. Los días sin él es el más ardiente infierno.
Veo un poco imposible que él pueda sentir lo mismo, así que decido olvidarme. Pero en el fondo no pongo ningún empeño en olvidarlo, me resisto.
ABRIL de 2011: Llegan unos días de puente, y unos días antes me dice que él los aprovecha para hacer un viaje a Paris.
Nunca pensé que ése iba a ser el último día que lo iba a ver.
Pasado el puente, pasan dos clases de francés y él no viene. Me preocupo y le envío un sms. Entonces llega el fin de esta historia.
Un mensaje suyo me lo anuncia: "Estaré un tiempo sin ir a la uni. Necesito dar un golpe encima de la mesa. Gracias por preocuparte, COMPAÑERO".
"Compañero"... muerte lenta y dolorosa. Ahí acaba todo.
Mis "te quiero" que tanto anhelaban ser pronunciados se quedarían encerrados en el corazón por siempre jamás. Mis labios, nunca tocarían los suyos. Mis brazos nunca rodearían su cuello. Este es el fin de este amor sin posibilidades. La primera persona que he amado, a la que nunca más he vuelto a ver y de la que no he vuelto a saber nada más.