Hay momentos en los que desearías poder gritar a los cuatro vientos: ¡Que os den a todos por culo, hijos de puta!
Sin mencionar ninguna excepción, incluso si hay personas que no se lo merezcan. Pero en momentos como estos todo es negativo, el mundo se te viene encima y estás solo, no hay nadie que te ayude a equilibrar tu estado de ánimo, por muchas palabras animadoras que te digan. Ves como todo se derrumba, sin haber querido causarlo, porque siempre has ido con las mejores intenciones, has dado todo de ti para que todo saliese bien. Pero irremediablemente eso no funcionó, finalmente llega ese momento final en el que te cansas de todo, de todos. Parece que todos, todo, se haya puesto de acuerdo para joderte.
Augmentan las ganas de destruir todo lo que se cruza en tu camino, de tirar cosas, destrozarlas, rayarlas, tirar cosas por la ventana, dar patadas, ganas de liberar tu ira contenida durante mucho tiempo. Pero todavía queda algo de razón dentro de ti, que es la que te impide cometer todas esas cosas. Sin esa poca de razón igual ya te habrías tirado puente abajo en direccion autopista, llena de coches y camiones cisterna a los que les sería muy fácil acabar con todo ese dolor y ese sufrimiento que hay en ti.
Esto pasa cuando llega el momento en el que te das cuenta de que no recibes nada a cambio, mientras tú das todo, lo que hace que acabes agotado al final del día. Día tras día intentas ofrecer lo mejor que hay en ti para poder llevar un día tranquilo, divertido, agradable, pero al final del día echas cuentas de todo lo que ofreciste tú, y de todo lo que recibiste de los demás. ¿Qué recibes tú a cambio? Indiferencia, menosprecio, ¡odio!, pero odio encubierto en una de las mejores sonrisas, sonrisa que pierde su sentido al no ir acompañada de palabras verdaderas y fiables. ¿Y qué hacer entonces? Nada, no hay nada que se pueda hacer. Cada uno es como es. Tú ya lo intentaste.
Pero sigues dejando la vida pasar, esperando el día en el que alguien valore todo eso que das, y entonces darlo con más ganas todavía, porque entonces recibirás todo el cariño de esa persona, que sabes que estará ahí siempre. Ellos sabrán cuidarte para que cuando vuelvas a encontrarte en situaciones así no te derrumbes tanto, porque eso nunca cambia. Siempre te encontrarás personas que te decepcionen, y que harán que te vengas abajo.
Sinceramente, me hubiera gustado no tener que terminar con esa frase tan desoladora, pero yo estoy en uno de esos momentos en los que os mandaría a todos a la mierda...
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